Las empresas de alquiler de vehículos prevén aumentar alrededor de un 15% su facturación con la mayor llegada de visitantes
En la provincia de Alicante se superarán los 150 millones de ingresos


DIARIO INFORMACIÓN - DAVID NAVARRO - Alicante, 31 de Marzo de 2.024

Las empresas de alquiler de vehículos –las populares ‘rent a car’- se disponen a dejar atrás la larga travesía del desierto por la que han transitado en los últimos años y que les ha impedido recuperarse con la misma rapidez que el resto de negocios dependientes del turismo. Si primero fue la pandemia la que hundió sus cifras de contratación, con el recorte de la llegada de visitantes que afectó a todo el sector del ocio, posteriormente fueron los problemas en el suministro de vehículos lo que les impidió renovar sus flotas y contar con el volumen de automóviles habitual. Una situación que parece haber quedado definitivamente atrás.

«La gran noticia es que volvemos a tener línea de descuento con las marcas, que nos vuelven a vender coches. Si a eso le sumas que las previsiones de llegada de turistas también son buenas, somos bastante optimistas», asegura el presidente de la Asociación Empresarial de Alquiler de Vehículos de la Comunidad Valenciana (Aecoval), Mauro Derqui. Unas previsiones que también confirman el máximo responsable de la patronal del ramo a nivel estatal, Feneval, Juan Luis Barahona.

Así, desde esta última organización prevén que la facturación conjunta del sector alcanzará este año los 1.900 millones de euros en toda España, entre un 10% y un 15% más que en 2023, con lo que superará por primera vez las cifras previas a la pandemia. Si se tiene en cuenta que la provincia de Alicante representa aproximadamente entre el 7% y el 8% de este negocio, estas estimaciones se traducirán en unos ingresos de más de 150 millones de euros para las firmas de la zona.

«Solo en Semana Santa llegarán a España dos millones de turistas más que el año pasado y en los meses de marzo y abril se superarán los 14 millones en total», recalca Barahona, que recuerda que son estos visitantes internacionales los principales usuarios de los servicios que ofrecen. Una demanda que en la Costa Blanca encabezan los británicos –los que más complicado tienen llegar a cualquier destino turístico con su propio vehículo-, pero en la que también tienen un peso destacado holandeses, belgas, alemanes y, últimamente, incluso ciudadanos norteamericanos, según apunta Mauro Derqui.

Menos días

Eso sí, no todo son buenas noticias. La pérdida de poder adquisitivo que han sufrido la mayoría de familias europeas como consecuencia de la inflación que ha asolado el continente en los últimos dos años se ha traducido en un recorte del número de días que estos visitantes alquilan los vehículos. «Antes venían y se llevaban el coche toda la semana, ahora miran más el precio y solo lo alquilan para tres o cuatro días en los que prevén realizar excursiones o moverse más», apunta el presidente de Aecoval. No obstante, las previsiones apuntan a que el mayor volumen global de visitantes compensará con creces este recorte.

«Las expectativas para este año sobre la evolución del rent a car son optimistas, apoyándonos en un impulso del turismo extranjero que permitiría en 2024 alcanzar un récord histórico en el número de visitantes», corroboran desde la firma alicantina Centauro, una de las más destacadas del sector, que forma parte actualmente del Grupo Mutua Madrileña.

Junto al aumento de la cifra de clientes potenciales, otra de las claves es la normalización del mercado automovilístico, tras varios años en que las marcas y concesionarios habían relegado sus ventas a las empresas de alquiler para concentrar los vehículos disponibles en aquellos canales que les dejaban más margen, como el de particulares. Una medida con la que los fabricantes quisieron compensar su menor producción, por la falta de suministros que provocó la denominada crisis de los chips, que paralizó numerosas factorías.

Esto condujo a que las rent-a-car vieran recortadas considerablemente sus flotas, ya que en 2020 las firmas vendieron buena parte de sus vehículos para compensar la falta de ingresos por alquiler y en los ejercicios siguientes no pudieron reponerlas. Una carestía que, a su vez, disparó las tarifas que el sector cobra a sus clientes.

Una vez superados los problemas de fabricación, las marcas de automóviles vuelven a abrir el grifo a las empresas de alquiler, que ya han empezado a abastecerse. «Estamos inmersos en un proceso de normalización de flotas», señalan desde Centauro.

Así, en el caso de Alicante, solo entre enero y febrero se matricularon 1.397 turismos destinados al ‘rent a car’, lo que supone un incremento del 146% sobre las cifras del mismo periodo del año anterior.

De esta forma, el presidente de Feneval calcula que el número de vehículos disponible llegará este año a los 700.000 en todo el país, un volumen que ya empieza a aproximarse al habitual antes de la pandemia, cuando se superaban los 800.000 automóviles dedicados a este negocio.

Al respecto, desde Aecoval aseguran que esta mayor disponibilidad ya ha empezado a notarse en las tarifas que trasladan a sus clientes, aunque reconocen que siguen por encima de las que se contabilizaban en 2019.

Menos rentabilidad

En la misma línea, desde la patronal nacional insisten en que, pese a que se batirán récords de facturación, la rentabilidad del negocio sigue sin ser la misma que antes de la llegada del coronavirus debido al fuerte aumento de costes que se ha producido en este periodo. Un aumento que arranca por el propio precio de los vehículos que, según datos de la Agencia Tributaria, son actualmente alrededor de un 30% más caros que en 2019. Pero también hay que sumar la subida de los sueldos o el encarecimiento que han experimentado las pólizas de las aseguradoras con la escalada de los tipos de interés.

Igualmente, hay que tener en cuenta las tarifas que los operadores deben abonar a Aena por tener presencia en los aeropuertos de su red, donde se producen la mayor parte de contrataciones. La gestora aeroportuaria lanzó a finales del año pasado el nuevo concurso para adjudicar hasta 218 licencias en los 38 aeródromos españoles por un periodo de entre cinco y siete años. Quienes no consigan una de estas licencias solo pueden entregar en el aeropuerto los vehículos previamente contratados.


Poca demanda de vehículos eléctricos en el sector

La patronal de las empresas de alquiler de vehículos rechazan de plano las normativas aprobadas por algunas autonomías, como la Comunidad Valenciana, que obliga al sector a que un porcentaje de sus flotas sean coches eléctricos. Según afirma el presidente de Feneval, Juan Luis Barahona, la demanda de los clientes no acompaña esta exigencia, por lo que el grado de utilización de estos automóviles es mucho más bajo que la media. En concreto, Barahona asegura que la ocupación media de un turismo eléctrico apenas llega al 50%, cuando uno con motor de combustión está alquilado entre el 85% y el 90% del tiempo.

«Los clientes no quieren coches eléctricos porque no hay puntos de recarga o no saben dónde están, no hay un mapa que los recoja. Por si fuera poco, en los existentes no se puede pagar con tarjeta, hay que bajarse una aplicación y registrarse… Demasiado complejo», denuncia el portavoz del sector.

En el caso de la Comunidad Valenciana, la Ley de Cambio Climático aprobada por el Botànic obligaría a que las empresas de alquiler tuvieran al menos un 9% de sus vehículos que funcionaran con baterías, pero, de momento, el reglamento no se ha desarrollado, por lo que aún no se está aplicando esta obligación, según explica el presidente de Aecoval, Mauro Derqui. Los empresarios ponen en duda la efectividad de esta medida, sobre todo si se tiene en cuenta el escaso porcentaje que representan los vehículos de alquiler sobre el total de automóviles que circulan por las carreteras españolas.

Por otro lado, desde Feneval también reclaman que se homogeneice en toda España la legislación que puede afectar al sector y, en particular, llaman la atención sobre el problema que puede suponer el desarrollo de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en las distintas ciudades. «Un turista no tiene por qué saber si en Toledo solo se aplica en determinado horario distinto al de València. Lo lógico es que fuera todo igual», asegura Barahona, que denuncia los problemas que la variedad de normativas puede ocasionar, empezando por las multas que muchos turistas pueden acabar recibiendo.


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